Expresar conceptos complejos con claridad mediante una comunicación eficaz y creíble. Argumentar de manera convincente, orientando a los demás hacia el resultado, destacando los puntos fuertes de las propias opiniones. Adaptar el lenguaje y el estilo de comunicación considerando el contexto, los interlocutores y los objetivos. Asegúrese de que ambas partes tengan una comunicación clara para evitar malentendidos.